3.10.05

Nuestro Parnaso particular

Todo el tiempo te pasa que sent�s que tal o cual persona, sabe exactamente lo que quer�s decir, o comprende al mil�metro lo que est�s sintiendo, o tan solo, que tiene la capacidad de expresar algo que a vos te pasa, pero que no sab�s como explicar. Te pasa a vos, le pasa a �l, me pasa a mi. Pero cuando siento que las similitudes son exageradas, entonces desconf�o... Son dos personas m�s, con las que pertenecemos al Club del Coraz�n Roto. Son, para mi, el Poeta del Coraz�n Sangrante y El Caballero de la Triste Figura. Los que nos conocen, saben qui�n es qui�n. Los que no, podr�an jurar que los tres blogs son escritos por la misma alma. Casi podr�a jurar que cualquier cosa que escriba, ya la han expresado anteriormente ellos, con much�sima m�s t�cnica, dedicaci�n, calidad o sentimiento. Formamos, sin querer, lo que me gusta llamar un Parnaso Personal, un monte ol�mpico d�nde cual Apolos, vemos a nuestras musas correr desnudas por las playas, d�nde su Mari�n, mi Lorena o su Tatiana rompen una y otra vez corazones, se esconden para que no las encontremos, o tan solo se sientan a nuestro lado, de nuevo, para estar tan distantes y frias, como hermosas y deseadas. Donde los tres, desde nuestros espacios particulares, buscamos las mismas respuestas, a todas las preguntas. Donde modelamos un mundo literario que nos gustar�a materializar, al menos durante una noche de bar. Donde Agust�n, Juanita, Sof�a y Lara juegan a reconocerse. Siempre buscamos escribir sobre distintas cosas, poner el foco en temas diferentes, pero siempre vemos el mundo como es, y siempre terminamos escribiendo, aunque no queramos, de igual manera. Entonces, nos resignamos, nos leemos, nos releemos, y aunque lo hagamos con verg�enza ya, terminamos en los mismos "pero que maravillosamente bien que escribes" comentados. Porque si, porque eso realmente sentimos. Mi primavera, no es para nada lo esperaba. Pero no me di cuenta hasta que me lo dijeron exactamente como deb�an dec�rmelo. Me comportaba tan equ�vocamente como era posible hacerlo, y me v� como en un espejo. Mis tiempos de silencio, tan molestos, tan salvajes conmigo, violentos, de pronto tuvieron sentido. Comprend� lo que siempre sospech�, que nunca tuvo que ver con el coraz�n, sino con la podrida sangre. Me falta encontrar MI t�rmino, pero se que las bocas encenizadas y la grasa del subte, son el comienzo. Se los digo yo, que los odio en p�blico y los admiro entre las sombras. Ya que est�n de moda, este es mi sentido, cu�ndo no humilde, homenaje a estos dos peregrinos, a estos compa�eros de viaje, que a pesar de todo (incluida la distancia, por m�nima o extrema), nos reconocimos. Y cada qui�n por su lado, sabe que no camina solo. Y que son mejores los amigos demasiado complacientes a los enemigos mediocres.

2 comentarios:

/|- dijo...

Esos escasos momentos en los que, en lugar de sentirnos asqueados por la pobreza del alma del resto del mundo, llegamos a admirar a alguien de coraz�n, valen y compensan varios d�as de esos malos y pesimistas. Gracias y a la orden, por todos los "qu� buen texto, hombre, qu� bien escribes" que no me dejaste, o que probablemente (como yo), empezaste a escribir y al final cancelabas con la plena conciencia de que el mensaje estaba llegando igual.

Innoble. dijo...

No se...
S�lo es que a veces, al ver que Silvio le agradece a Aute, al mismo tiempo que toca con Sabina, que no se cansa de adular a Serrat, que ha querido mucho a Cort�zar...
Y yo la verdad, los miro y los entiendo porque los tengo a ustedes, y a muchos que a�n no conocer� pero que ya est� bien, ya pueden aparecer.